CUENTO DE LA ABUELA PARA SOBREMESA

¿Te acuerdas hija de tía Chema? Allá por mil ochocientos cuando papá Pancho tenía sus tierras al lado del río. Su casa de carricitos mija porque eran bien humildes, pero gracias al Creador no les hacía falta nada. Mamá Beta lavaba los cotones en la orilla del río, el vestido ceñido, piedra en mano, bien trabajadora.
Cómo son las cosas hija cuando uno tiene necesidad. Fíjate que un día tía Chemita se vio pobre, pobre, y como era canijilla y nada le daba miedo, le dijo a su suegra:
-Voy a llamar a un muerto para que me de un tesoro, unos centavos, porque este cabrón de Felipe no me da nada y aquí nos hace faltan muchas cosas.
-¡Ay Chema por dios santo, que cosas dices! Te va a pasar algo gordo por andar  jugando con eso.
Pero tía Chema era bien terca y loca. A la media noche que pone un círculo de sal debajo de su cama y ahí la tienes llamando al muerto así como despacito, como shhh shhh, sepa dios cómo se hacen esas cosas. Luego se acostó a dormir. Ora verás, que va soñando con una mujer y que le va diciendo:
-Chema, aquí en tu casa hay escondido un tesoro mío. Vas a escarbar debajo de tu cama, vas a hacer un hoyo bien hondo, te vas a encontrar unos huesos, son mis restos, quiero que les des santa sepultura. Debajo de eso vas a encontrar una olla, ahí está el tesoro, son muchas monedotas de oro macizo. Eso sí Chema, nadie te puede ayudar sólo tú puedes escarbar, si tu marido se mete el tesoro se va hundir y ya nunca lo vas a sacar.
Y la Chema era de pantalones, en la mañana cuando se fue tío Felipe al campo que le cuenta a su suegra lo que había soñado. Luego que terminó de desgranar el maíz y poner su olla de frijoles que echa a un lado el petate de la cama y ahí donde había hecho el círculo de sal que empieza con la pala, dale y dale. Ya de rato asomó tío Felipe y la va viendo haciendo eso:
-¡Bueno Chema, ora que jijos tás haciendo mujer!- Porque ya ves como era de carácter el tío, y cuando la Chema lo hacía repelar le metía sus buenas friegas.
-Haciendo un hoyo, anoche me habló la muerta y en sueños me dijo donde voy a hacer el hoyo, porque ¿qué crees? hay centavitos, aquí mero debajo del petate, nomás te aviso que tú no puedes ni asomarte porque la muerta no te quiere y no nos vaya a quitar los centavos por ti.
Tío Felipe no tuvo más remedio que dejarla vaya, total, ya estaba avanzado el hoyo. Ya a la noche que vuelve a soñar la tía con la muerta, nomás que ahora le dijo:
-Mira Chema, las intenciones de tu marido son malas, ese hombre es bribón y te va a ganar con los centavos, vetete fijando que no vaya a meter mano acá porque se hunde la olla y nada para nadie.
¡Nooo! Ya de ahí la tía andaba pelando los ojos todo el tiempo porque ya sentía que el tío le ganaba con el hoyo. Lo bueno que luego luego encontró los restos de la muertita y los llevó al pueblo pues para que los enterraran y les rezaran. ¡Jum! Nomás que de ahí empezó lo mero bueno, ora verás.
Estaba bien apurada Chema afuera de la casa desplumando a la gallina, en esos días ya tenía como seis meses de embarazo de mi prima Carmelita, pero la tía era fuerte pues, del campo, se agachaba re bien y se ponía a trabajar. En eso que oye que le gritan: ¡Chema, Chema! así bien cerquita de este lado y merito cuando volteó que le dan una nalgada buena, y se escucharon unas carcajadas ¡clariiiiito! La tía se fue para delante y ahí quedó chinqueteada, pegando de gritos.
-Bueno pues Chema ¿ora que pasó?
-Esta hija de la chingada, que ya me vino a dar mi susto, pero se chinga porque no me va a asustar, ¿pus cómo? Yo ya llevé sus restos para que le recen, ora que me cumpla, que no me ande asustando.
Bueno, bueno, total que de ahí puros sustos hija, le tiraban la olla de la comida, le echaban de piedras a la casa, carcajadas a media noche, gritos, la guitarra se tocaba sola. Ya tío Felipe andaba bien asustado y le dijo a la tía que le iba a decir a su hermano, ora mi papá, tu abuelito, que les ayudara.
Y sí pues, fue mi papá para allá con los tíos, mi mamá se quedó porque estaban chiquitos tu tío Lalo yRufinita. Llegando le contaron lo que pasaba y esa noche la tía Chema soñó a la muerta.
-Este hombre que vino a tu casa me gusta, es de buen corazón, que te ayude a escarbar porque ya vas a parir y no vas a poder. Que se ponga un paliacate rojo dile, porque si no, no lo dejo.
Mi papá ya ves como era noble él, le dijo a la Chema que sí y le ayudó harto con la pala. Luego de unos días que van encontrando unas ollas, ¡andale! Y ora sí, que dice la Chema: -¡Andale manito, ya salió el tesoro!- Y mi papá no las abrió, estaban llenas de tierra. ¡Cuando las abrió la tía se quedó sorprendidísima! Eran monedas de oro legítimo, muchas. Se pusieron rete contentos y ya la tía le iba a dar a mi papá, pero él dijo que no, que esas cosas no eran de dios y ya ves papá Pancho siempre un hombre bien honrado.
Ya en la noche llegó tío Felipe, ya estaban acostados todos. Como era canijo y abusón vio las ollitas y se metió las monedas al morral. Ya ves que se decía que tenía unas mujeres en Chiautla y le gustaba tomar y hasta invitarles a los señores en la cantina. Pero en la mañana que va tía Chema a revisar las ollitas y va viendo que ya no estaban las monedas, ¡híjole! Se armó el pleito luego, hasta a mi papá le tocó, porque los dos se pegaban, ella le pegaba al tío y él a ella, ya de coraje el tío la aventó por allá y se salió. Ahí se quedó la tía trinando de coraje y mi papá arregló su morral para regresarse porque ahí ni para vivir con esos.
Era temprano, yo creo serían como las 5 de la tarde cuando llegó tío Felipe hecho la raya, pálido.
-¡Pancho, Pancho, dios bendito, ayúdame las ánimas me quieren matar! Venía en la mula pasando el apanclito cuando sentí que el animal se me ponía pesado, ya no quería caminar y se quejaba, y luego sentí que el peso era de una persona que se me sentó atrás pero no voltié, nomás me dijo ¡bájate! Yo me eché a correr pero oí que me gritaban unas mujeres, y sí las vi en el cielo así flotando, unas mujeres espantosas, eran tres, una cosa fea de veras manito. Me pesaron las patas y ya no pude seguir. ¡La mulita me la ahogaron en el apancle y a mi me agarró una de aquí de mi brazo Pancho! ¡Ayúdame!
¡Nombre, se le quemó el brazo al tío ahí donde lo agarraron las ánimas, y ya cuando entraron en la casa unos pedradones, llovía harta piedra! Y dicen que hasta la casita se cimbraba, una cosa fea pues. De ahí se puso mal tía Chema y se le vino la niña, pobrecita ya ves que nació mal y falleció chiquita.
© Bea Black

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